sábado, 31 de marzo de 2018

Murcia, más de 200 días de movilizaciones

Manifestaciones en Murcia que congregan a más de 60.000 personas, y no es por el agua. Murcia está viviendo las manifestaciones y movilizaciones más importantes de su historia democrática, ¿Qué pasa en Murcia? vamos a intentar resumir 30 años de reivindicaciones y más de 200 días de movilizaciones.

Miles de murcianos y murcianas llevan más de 200 días saliendo a la calle para defender , frente al intento del gobierno de partir la ciudad en dos para dar paso a las vías del AVE, pero la ciudadanía dice que . Fuertes movilizaciones que, curiosamente, están siendo sistemáticamente silenciadas por la prensa nacional.

Los periodistas murcianos, y cualquiera que esté enterado de la actualidad de la Región, llevan 30 años siguiendo a la plataforma pro-soterramiento: Como dice un veterano de estas marchas, "muchos de los que se manifiestan hoy, muchos de los que nos critican, muchos de los periodistas que lo cuentan y muchos policías que vienen a evitar que entremos en las vías, iban en pañales cuando esto empezó".

Este es un movimiento vecinal nacido en los barrios obreros de la zona sur de Murcia que se ha heredado de padres a hijos, de vecino a vecino (los viejos lo transmitieron a los que iban llegando) e incluso de casa en casa. Se resume en una frase: "El tren por abajo, yo por arriba".

Empezó como una forma de reivindicar que las vías del tren convencional, que partían la ciudad de Murcia de Norte a Sur, dejaran espacio a la gente. "Si miras un mapa de Murcia lo ves claro", me dicen. La ciudad está dividida por una planificación ferroviaria que primó que la estación estuviera cerca del centro y que las vías atravesaran toda la ciudad, precisamente, salvando el centro. Para ello había que cortarla en dos.

Los primeros recortes de prensa que se pueden encontrar de las protestas son de los años 80. Muchos vecinos se manifestaban con cardados, hombreras, pantalón de pitillo y chaqueta de pana. Eran gente joven, de clase trabajadora. Eran como el actual y eterno portavoz de la plataforma, Joaquín Contreras, que hoy ya pasa los 70 años.

Casi todos, él también, se siguen manifestando hoy.

"A los más veteranos de los barrios del sur de Murcia les hemos visto envejecer en las fotos del periódico", dice un vecino con orgullo. "Los políticos que les han prometido cosas han cambiado pero ellos siguen aquí", añade. Los políticos son como un hilo de agua sobre una piedra que es la plataforma: año tras año la han ido desgastando con anuncios que no se cumplían pero la piedra, la protesta, ahí sigue.

La década de los 80 pasó y en el 1992 empezaron a sonar las promesas de algo nuevo que sonaba a Curro y a Cobi, a Barcelona y a Sevilla: el AVE.

Mientras, en Murcia, el tren desde Madrid seguía llegando igual que en tiempos de, y no es broma, la Reina Isabel II.

La estación del Carmen es de esa época y entonces se dijo que "era provisional". Algunos tramos de la vía que viene desde Madrid atravesando La Mancha también son de cuando la Revolución Gloriosa del 1868. Y esto tampoco es una broma.

A finales de los noventa, con el AVE ya volando entre Madrid y Sevilla, empezaron las promesas del soterramiento ligado a un "AVE murciano" por La Mancha o por Alicante. Algunos recortes de prensa, como este que encontró el periodista murciano de TVE Manuel Segura, incluyen fotos de políticos de entonces con promesas de "8000 millones de pesetas para cambiarlo todo", para hacer un "soterramiento integral de la vía".

Aquellas promesas no se concretaron hasta, aquí en la periferia todo va muy despacio, los acuerdos de 2001 y 2006. Acuerdos entre los gobiernos central, local y regional que "transformarían antes de 2010 la ciudad: un soterramiento total que liberaba millones de metros cuadrados de vía instalaciones ferroviarias". Un idílico proyecto de zonas verdes y cambio radical para Murcia. Aquellas noticias, las publicaciones o el vídeo, hicieron creer en una ciudad nueva. Un espacio, para que lo pueda entender un madrileño o un valenciano, similar a lo ocurrido en el Manzanares o el Turia a su paso por ambas capitales.

Nunca llegó. Pero sí llegó la crisis.

Los vecinos se habían mostrado bastante incrédulos ante todos aquellos proyectos en las reuniones con las distintas administraciones. Mientras tanto, durante años, todos los martes se siguieron manifestando en el paso a nivel desde donde escribo estas líneas: "Algún día éramos solo 5 o 6", me confiesan Antonio Hernandez, uno de los portavoces de la plataforma, y su padre, dos habituales en las concentraciones.

La crisis urbanística que golpeó a España y al mundo entero golpeó a la Región de Murcia de una manera brutal. Una comunidad autónoma tan vinculada al ladrillo se sumió en graves problemas económicos. Esa es una de las causas para que el AVE, que tenía que haber llegado a la ciudad (y a la Región) procedente de Alicante, se parara en seco en la provincia vecina. Con esta parada también se paró el proyecto de soterramiento.

Ahora, en 2017, llevamos años con el AVE, según confiesa un político de alto rango del Gobierno Murciano, "parado a las puertas de Murcia por problemas técnicos y de presupuesto".

¿Y qué ha pasado para que en alguna manifestación estos mismos vecinos de hace 30 años hayan juntado a 60.000 personas por el centro de Murcia?

No es fácil de explicar ¿A que no? Sobre todo si leemos que ahora mismo Ministerio, Gobierno regional y Ayuntamiento (los tres en manos del PP) insisten en que el soterramiento "sí está presupuestado y es una realidad" que se va a conseguir.

¿El problema cuál es?, le pregunto a los militantes prosoterramiento a pie de vía. Respuesta: "que hay que mantener una vía provisional en superficie junto a enormes muros de metacrilato -pantallas acústicas y de seguridad- y una enorme catenaria de alto voltaje mientras se espera a hacer las obras del verdadero soterramiento". Esta es la versión oficial de las administraciones también. Aunque explican que es una molestia necesaria para que llegue el AVE primero y después el soterramiento. Ese "muro", como lo llaman los vecinos, eliminará varios pasos a nivel como el de Santiago el Mayor y, aunque el ejecutivo ha garantizado pasos para peatones, los vecinos dicen que no se lo creen.

El otro problema son los plazos. Tras numerosísimos retrasos, este soterramiento llegará según la última previsión (optimista previsión) del Gobierno central entre el 2020 (una primera parte) y el 2023 (la totalidad).

Eso a la vez que el alcalde de Murcia, José Ballesta, dice que "no se venderá un billete de AVE en Murcia hasta que de verdad se hayan iniciado las obras del soterramiento". El equipo del alcalde y el del gobierno regional trabajan por convencer a los vecinos de que esta vez sí es la definitiva. Pero reconocen que hay "un grave problema de credibilidad".

Y todo para llegar a estas tres semanas convulsas en las que los vecinos, miles de vecinos, han marchado por las calles de Murcia. Ha habido incidentes, sí, pero la mayoría de concentraciones han sido pacíficas y hasta ingeniosas. Un ejemplo es esta protesta en la que cantaron, junto a 300 músicos voluntarios, una singular versión de la mítica canción de Pink Floyd. Ver enlace

Las movilizaciones no han estado exentas de polémica: Los manifestantes se las han tenido que ver con varias intervenciones policiales tras la visita del ministro Íñigo de la Serna... Ver enlace

En fin, que han pasado más de 30 años desde la primera vez que alguien gritó lo de "Murcia Soterrada". Si has leído hasta aquí... ¿A que ahora no parece una broma?

jueves, 29 de marzo de 2018

Los gatos de Estremera

Un funcionario de prisiones escribe sobre el encarcelamiento de líderes catalanes: “Nada me hizo sospechar que iba a ser usado para resolver de forma ignominiosa un problema que es político”

Mirad, soy funcionario en la prisión de Estremera. Es la mía una profesión dura, sufrida, y desde hace unos meses lo es mucho más… por culpa de unos gatos. Me gustaría hablaros de los gatos que nos han colado en esta cárcel; pero antes preferiría contextualizar lo que es mi trabajo. Contextualizar siempre viene bien, como los chupitos de licor de hierbas, que ayudan a animar el tránsito de una difícil digestión. Lo creo necesario, contextualizar un poco, pues es éste un gatuperio que a todos se nos puede atragantar.

Diré primero que lo que hace dura de verdad mi profesión es que es anónima, casi furtiva; tanto es así, que todos nuestros actos los sentimos los funcionarios sin lógica o fin, como una desgracia. A veces entre los compañeros lo comentamos: oye, que nunca trasciende como debería cuando descolgamos a un preso aún con vida de una reja, o lo rescatamos medio abrasado de un incendio; tampoco cuando nos meten un pincho en el intersticio de dos costillas, ay, o nos rompen un brazo, nos muerden en el hombro, nos vomitan en nuestras feas camisas.

Oh –comentamos entre nosotros–, fíjate en cambio la que se monta cuando a unos guardias civiles les dan un par de tortas en un bar. ¡Terrorismo! ¡500 euros limpios más de salario al mes, que todo es poco, pues todo se lo merece el benemérito cuerpo! Claro que sí.

A mí se me echó encima un reputado etarra dentro de la cárcel; estaba en mi primer mes de prácticas; me retuvo, arrancó el cable del teléfono y me arrebató el walki con una de sus manotas enormes, como de Handía, ese gigante vasco cuya historia triste y mágica fue premiada en los últimos Goya. En esa palma podría haber reposado holgadamente mi cráneo: y como un huevo entre sus dedazos lo hubiera roto con tan solo cerrarlos. Pero Sebastián solo quería decirme con guipuzcoana vehemencia lo “txakurra” que yo era. Gracias, Sebastián: solo querías humillarme gratis por lo que significa mi trabajo, “so perro, so carcelero”, me informó. Gratis sí, pues ni siquiera habíamos cruzado antes una sola palabra.

Con esta pequeña anécdota, un pequeño secuestro de apenas media hora, pero secuestro al fin, di comienzo a mi nueva carrera profesional; pensé que si Sebastián me hubiera asaltado fuera de los muros de la cárcel a lo mejor hubiera sido hasta noticia; dentro, no. Es algo que me dio para reflexionar sobre la naturaleza de mi nueva ocupación.

Pero sigamos con el contexto.

Policía y Guardia Civil suelen atrapar al malo en unos despliegues llevados a cabo con mucho brillo intelectual… y un pequeño ejército de entre cien a ciento diez agentes. Operativos los llaman, en los que van armados con artillería suficiente como para invadir Polonia. Luego, a cien o ciento diez de los malos que van atrapando a lo largo de los años, los meten dentro de un módulo al frente del cual colocan a un solo funcionario, que igual es flaquito, aunque también los ponen anchos, altos y fuertes, pues su complexión no cuenta a la hora de que se valore lo que de verdad importa, que es su soledad.

Entonces, todo lo que exhalan cada uno de esos cien o ciento diez presos le cae al funcionario todos y cada uno de sus días de encierro sobre el pobre uniforme con que lo visten: sus llantos, sus meados, sus vómitos, su sangre, su malestar constante que va laminando poco a poco sus pequeñas ilusiones de hombre, o mujer, que tan solo quiere volver esa noche a su casa con el cuerpo y el alma sin arañar.

Me detengo un segundo, dejadme, con los uniformes, pues oh, los de la Policía son espectaculares, y lo pintureros que van con los suyos los guardias civiles, marcando talle, bien cortados que están los números, juncales que son. Pues tendríais que ver cómo son los nuestros: parece mentira que se pueda diseñar algo así.

Y para completar la contextualización de esa anónima infelicidad, la mía, la que acarrea mi profesión, que no se me olvide deciros que esta cárcel donde trabajo, la de Estremera, es la que registra mayor número de agresiones a funcionarios de España. Dejadme recordar a este respecto a Woody Allen y su famoso chiste: “¿Seis millones de judíos muertos en las cámaras de gas? ¡Los récords están para batirlos!”.

Aquí va mi oscura versión: ¿Ciento treinta agresiones a funcionarios este último año en Estremera? ¡Los récords están para batirlos! Pues claro que sí, y a pesar de esa gran marca, que sin duda pronto será pulverizada gracias a la dirección del establecimiento, que hostiga y hostiga sin pausa ni sentido, a pesar de todas las miserias y contrariedades dichas, pues van y aún nos humillan más a fondo soltando por el patio de nuestros módulos a un quinteto de gatos extraños de narices, muy raros. Son gatos cariacontecidos, que miran y maúllan con temor desde un lugar que sienten equivocado, que no pertenece a su mundo, y que ya desde el primer día en que aparecieron nos han contagiado, a los que hemos de atenderles, de un desasosiego e inquietud casi patológicos.

Ay, qué quinteto de gatazos. Constituye una visión tremenda ver cómo toman a la mañana su leche, al mediodía comen su plato de carne flatulenta, caminan a la tarde sobre el lomo de los tejados golpeados por el viento de esta primavera convulsa que sacude las hermosas vegas del Tajo; al crepúsculo, si amaina y no llueve, cuando el sol agonizante incendia las cuchillas de las concertinas, se puede ver a Junqueras y Forn jugar al tenis; lo hacen con la extraña agilidad de felinos de alzada y regordetes, y a mí me resulta un suplicio observar cómo estiran el lomo entre elásticos bostezos cuando fallan una bola, más que toda la miseria que os he contado de mi trabajo multiplicada por mil; sí, aún más que cien toneladas de vómitos y sangre juntos, más que todos los orines sobre los que haya resbalado y caído, o palpado en los vericuetos de un retrete en busca de un pincho carcelario.

Y me revuelvo en estas angustias al verles jugar al tenis porque cuando decidí dar el paso de ser funcionario de prisiones sabía perfectamente lo que hacía; de sobra me informé de la miseria a la que me iba a enfrentar; “siempre encontraré un resquicio de luz en semejante tribulación”, pensaba; pero nada me hizo sospechar que iba a ser usado, sí, USADO como funcionario público, para resolver de forma ignominiosa un problema que es tan solo político.

Lo mismo que han usado a la Policía Nacional y a la Guardia Civil: solo que a ellos se lo van a compensar con los 500 euros limpios del ala al mes que decía: ese dinero prometido es para que tengan buena disposición de ánimo, digo yo, por si hay que volver a romper la crisma a los que quieran cometer el pavoroso crimen de votar. A nosotros no nos los van a dar, los 500 euros, y eso que somos esenciales en esa estrategia patibularia del Gobierno: ¡CÁRCEL, CÁRCEL Y CÁRCEL para el que piense torcido!

Por eso quiero que al menos me den esos 500 euros, porque ver a esos gatazos encerrados en Estremera me supone morirme de una vergüenza absoluta; es una vergüenza tal que me hace insoportable acercarme cada día a cumplir con mi turno de trabajo; es la vergüenza democrática de tener que sufrir el espectáculo de cinco hombres atrapados en prisión por “crímenes” políticos.

Esto es así, es lo que sé, es mi convicción, escuchadme, por favor, y despertad, que estáis todos como dormidos, que parecéis atontados: esta vergüenza no es tan solo para mí o para mis compañeros funcionarios, es una vergüenza para todo un país, España, que siempre defrauda, que siempre fracasa, que siempre hiere y hace sangrar con el pico roto de sus históricas disputas.

Ahora les ha tocado a estos gatazos de Cataluña, pero ya sabéis que hay otras especies por ahí en el punto de mira de la escopeta del cazador; y las van abatiendo con una brutalidad que solo puede explicar un odio afilado de clase contra clase: loros raperos, perros chistosos de Mongolia o inteligentes sepias de Arco.

Ya que no se os escapa lo que me juego con estas palabras, os pido que cuando esta vergüenza que se extiende como lámina húmeda, como venda usada de enfermo, un día sintáis que os aprieta al fin el alma, recordad lo que decía este humilde funcionario del Estado que solo reivindica que no lo usen como pañuelo para limpiarle los mocos al Gobierno; y si es así, que al menos le den por ello un pequeño plus de 500 pavos limpios al mes, que es el precio tasado que el ministro del Interior le ha puesto a su alma. Ah, y gracias por leerme.

José Angel Hidalgo es funcionario de prisiones, periodista y escritor. Autor de Sal en los zapatos (editorial Verbum), trabaja en el Centro Penitenciario de Estremera (Madrid VII) desde hace casi diez años, cuando fue inaugurada por Francisco Granados. Por deseo expreso del autor publicamos también su fotografía

sábado, 24 de marzo de 2018

Cifuentes debe dimitir, por Ignacio Escolar

Cristina Cifuentes tiene un título universitario regalado, un máster que realmente no cursó. No pisó las clases un solo día. Una funcionaria muy cercana entró en su expediente y le cambió dos notas saltándose la ley. No consta en ningún registro oficial que presentase el trabajo de fin de máster. El documento no aparece por ningún sitio y es dudoso que tal trabajo siquiera exista: ni lo encuentra Cifuentes ni tampoco la Universidad. Podría falsificarlo, supongo que ha tenido la tentación. Tampoco sería el primer documento irregular que presenta para defenderse de las informaciones de eldiario.es. Pero si Cifuentes habla con un buen abogado, seguro que le aconseja frenar en esta carrera hacia el abismo. No solo tiene un problema político. También afronta un posible problema judicial.

Su versión de los hechos ha cambiado tanto en estos días porque todas sus explicaciones han sido falsas, de principio a fin. Las mentiras tienen las patas muy cortas y por eso se encuentra hoy así. “Va a caer por KO o a los puntos”, me dice un importante dirigente político. La única duda es si dejará la presidencia de Madrid con la dignidad que no ha tenido esta semana o si prolongará esta agonía un tiempo más. La Semana Santa o la excusa de una gripe no le servirán para huir eternamente. En su propio partido, ya son muchos quienes le aconsejan dimitir.

Cuando eldiario.es abrió este miércoles su portada con esta investigación de Raquel Ejerique donde decíamos, con todas las letras, que había obtenido un máster con notas falsificadas, no estábamos jugando a la ruleta rusa. Este periódico no especula con la información, ni apuesta a doble o nada con un simple rumor. Si no hubiésemos tenido la información atada, nunca habríamos publicado un titular tan contundente. Lo hicimos porque es lo que pasó, porque teníamos las pruebas, porque contábamos con todo tipo de fuentes y documentos que acreditaban decenas de ilegalidades. Porque sabíamos que una Universidad pública que depende de ella y donde fue consejera había regalado, por la cara, un título oficial a la presidenta de Madrid.

Ya hay una denuncia presentada y hasta el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, el presidente del partido que sujeta su Gobierno, está pidiendo a la Fiscalía intervenir. No es para menos, porque el escándalo ya no solo afecta a Cifuentes sino también a una de las universidades públicas de Madrid. Aquí no solo está en juego qué pasa con Cifuentes, sino el prestigio de una Universidad cuya marca ya estaba por los suelos, después del lamentable episodio de su ex rector plagiador.

En su huida atropellada en las mentiras, Cifuentes está arrastrando también a todos sus cómplices en este escándalo. A su ‘conocida’, Amalia Calonge, esa amable funcionaria que le cambió las notas y que estaba disponible cada vez que Cifuentes necesitaba una gestión. Al director de máster que luego resultó que no lo era, el catedrático Enrique Álvarez. Al profesor Pablo Chico que le puso un “no presentado” –normal, no pisó la clase– y dos años después lo cambió por un notable; el mismo que tiene varios trabajitos en ayuntamientos gobernados por el PP. A las tres profesoras en precario que aseguran que participaron en un comité evaluador que es ilegal y que han firmado un papel muy dudoso y que las puede comprometer. También ellos, al igual que Cifuentes, se enfrentan a unas posibles consecuencias muchísimo más graves que una inspección interna de la Universidad.

El master de Cifuentes era presencial, pero solo para los estudiantes sin pase VIP. Han hablado una cuarta parte de los matriculados –cinco alumnos de poco más de 20– y ninguno la vio jamás; la mayoría de ellos ni siquiera sabían hasta esta semana que habían compartido clase con la presidenta de Madrid.

La pregunta ya no es solo cómo logró Cifuentes sus dos notables en diferido, sino cómo pudo aprobar las otras once asignaturas sin pisar la clase. Tiene incluso cinco sobresalientes, el premio a un esfuerzo que nunca existió.

sábado, 17 de marzo de 2018

La ignorante soberbia de Salvador Sostres

Mientras el mundo de la ciencia muestra su pésame por la pérdida de una persona inteligente aparece un ignorante para describir a esa persona inteligente de majadero, populista, predicador hortera, charlatán y héroe de resentidos. Y todo ello lo ha hecho en un medio tan "respetable" como es el ABC.

Mejor hubiera estado Sostres callado, una vez más nos ha vuelto a mostrar esa capacidad que tiene para mostrar odio y resentimiento contra quienes no piensan como él, y de paso nos da una nueva clara muestra de su ignorancia. La poca inteligencia de este personajillo no le llega para entender que lo mejor que puede hacer un ignorante es callarse y así no demostrar su ignorancia.



sábado, 10 de marzo de 2018

letra del cántico feminista que se oyó en las manifestaciones del 8M

En las movilizaciones feministas se cantó una versión feminista del clásico de Chicho Sánchez Ferlosio A la huelga, del año 1963 A la huelga que se ha adaptado para feminizarla, entre otras cosas sustituyendo el "ellos" por "ellas" y el "compañeros" por "compañeras".


¡A la huelga, compañeras!

¡No vayáis a trabajar!
Deja el cazo y la herramienta,
¡A la huelga diez!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga madre ven tú también!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga mil!

Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
Contra el estado machista
nos vamos a levantar,
vamos todas las mujeres
a la huelga general.
¡A la huelga diez!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga madre ven tú también!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga mil!

Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
Se han llevado a mi vecina
en una redada más,
y por no tener papeles
ay, la quieren deportar.
¡A la huelga diez!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga madre ven tú también!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga mil!

Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
Trabajamos en precario
sin contrato y sanidad,
el trabajo de la casa
no se reparte jamás.
¡A la huelga diez!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga madre ven tú también!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga mil!

Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
Privatizan la enseñanza,
no la podemos pagar,
pero nunca aparecimos
en los temas a estudiar.
¡A la huelga diez!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga madre ven tú también!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga mil!

Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
¡A la huelga diez!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga madre ven tú también!
¡A la huelga cien!
¡A la huelga mil!

Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
Yo por ellas, madre, y ellas por mí.



sábado, 3 de marzo de 2018

El PP cántabro usó a una persona con discapacidad para amañar su Congreso

La justicia investiga supuestas irregularidades en el cónclave en el que resultó elegida presidenta del PP de Cantabria María José Sáenz de Buruaga


“Los máximos responsables de la actual dirección del PP de Cantabria participaron en la trama que utilizó a una persona con discapacidad mental para amañar el congreso regional del partido, en el que María José Sáenz de Buruaga fue elegida presidenta”, según informa okdiario.com.

Determinados medios digitales aseguran haber tenido acceso a documentación judicial que acredita que el marido de María José Sáenz de Buruaga; la actual secretaria general del partido, María José González Revuelta; la presidenta del comité electoral del PP de Cantabria, Isabel Urrutia; y un diputado autonómico participaron personalmente en la operación.

Y aseguran que “miembros de la candidatura de Sáenz de Buruaga abrieron el 27 de febrero de 2017 una cuenta a nombre del discapacitado Miguelín en la sucursal de Laredo de una entidad financiera. Desde esta cuenta bancaria, realizaron 511 transferencias a través de Internet para que otros tantos militantes del partido pudieran votar en la elección de compromisarios”.

Afirma okdiario.com que “la cuenta bancaria fue cancelada tan sólo una semana después, el 6 de marzo”. “Es decir, precisa, la cuenta fue creada expresamente para este fin, y luego eliminada rápidamente para borrar rastros. Todo ello, utilizando la identidad de una persona con discapacidad mental que está diagnosticada por el Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS).”

El medio online recuerda que “gracias a esta maniobra, María José Sáenz de Buruaga fue elegida presidenta del PP de Cantabria al obtener tan sólo cuatro votos más que su rival, el ex presidente del Gobierno de Cantabria Ignacio Diego, en el congreso regional celebrado el pasado 25 de marzo en Santander”.

¿De dónde salieron los cerca de 9.000 euros utilizados para abonar las cuotas de 511 militantes que, de otro modo, no habrían podido participar en el congreso del PP porque no estaban al corriente de pago? pregunta el digital, para después señalar que l Juzgado de Instrucción número 3 de Santander, que investiga los hechos a raíz de una denuncia presentada por varios afiliados, ya tiene la respuesta.

Okdiario.com manifiesta que “según la documentación remitida a la juez por la entidad bancaria, parte del dinero fue ingresado en la cuenta de Miguelín por la actual secretaria general del partido, María José González Revuelta, que en aquel momento era la tesorera del PP de Cantabria”, y precisa que “por tanto, habrá que aclarar ahora si la número 2 de Sáenz de Buruaga utilizó dinero del partido para amañar el resultado del congreso”.

El mencionado diario detalla después la cuantía de los supuestos ingresos que hizo cada uno de los supuestos implicados, para después añadir que “todo indica que algún miembro del partido le acompañó hasta la sucursal para realizar estos pagos” descartando que el propio Miguelín ya que según okdiario.com esta persona “vive de una modesta pensión no contributiva y de la caridad de sus vecinos”.