martes, 31 de octubre de 2017

«Cuando se pide la independencia, más vale quedarse con su pueblo»

El viceprimer ministro de Bélgica y responsable de Economía, Kris Peeters, se ha desmarcado este martes de la presencia del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en Bruselas y ha considerado que cuando un líder llama a la independencia «más vale quedarse cerca de su pueblo».
«No quiero prejuzgar nada, pero cuando se pide la independencia, más vale quedarse cerca de su pueblo», ha declarado Peeters en una entrevista con la cadena pública flamenca VRT.
El democristiano flamenco (CD&V) ha abogado por conservar la «cabeza fría» y esperar a ver qué anuncia Puigdemont en la rueda de prensa que tiene previsto ofrecer a las 12:30 horas en la sede de una asociación de prensa internacional en el barrio europeo de Bruselas.
El expresidente llegó el lunes a Bélgica pero evitó en todo momento ser visto en público y no se informó de su agenda, aunque más tarde se supo que el abogado Paul Bekaert, conocido en España por haber defendido a varios etarras detenidos en Bélgica, se había reunido con él y va a ejercer como su abogado en el país. En declaraciones a Europa Press, Bekaert confirmó que recibió a Puigdemont en su despacho, en la localidad de Tielt, a una hora en coche al norte de Bruselas, y que asumía su defensa en Bélgica, aunque no quiso aclarar si su defendido baraja solicitar el asilo en este país.
El secretario de Estado de Asilo e Inmigración, el nacionalista flamenco (N-VA) Theo Francken, abrió la puerta el pasado domingo a la posibilidad de que Puigdemont solicitara la protección internacional.
El primer ministro, Charles Michel, por su parte, reprendió a Francken, al que pidió «no echar más leña al fuego» y negó que el asunto estuviera en la agenda del Gobierno.

lunes, 23 de octubre de 2017

Duro editorial de Le Monde criticando la acción política de La Generalitat

En Cataluña, la peor política. Versión original

Editorial. Carles Puigdemont confía en una radicalización de una parte de la opinión y en el hecho de que la administración directa de Cataluña por parte de Madrid le soldará la mano.

Editorial del "Mundo". España está viviendo una tragedia. Impulsado a la desesperación por separatistas al poder en Barcelona, ​​listo para cualquier abuso, el gobierno central de Madrid ha decidido suspender el estatuto de autonomía de Cataluña y para administrar directamente la región. El jefe del gobierno catalán, Carles Puigdemont, ha sido declarado fuera de la ley. Se arriesgó a enfrentarse cara a cara con Madrid que puede tornarse violento.

El volverá, viernes 27 de octubre, el Senado español para apoyar la decisión del jefe de gobierno, el conservador Mariano Rajoy, que está totalmente apoyado en este caso por el PSOE y el centrista Ciudadanos. El jefe del Partido Popular ha postergado, esperado, dejado de vez en cuando. Propuso al gobierno catalán celebrar elecciones en la provincia. El Sr. Rajoy dijo que no estaba cerrado a una forma de diálogo ya que el Sr. Puigdemont regresó a la ley al poner fin al referéndum del 1 de octubre sobre la autodeterminación ilegal.

Nada ha hecho. A la cabeza de una brusca independencia de independencia, el Sr. Puigdemont espera una radicalización de una parte de la opinión. Sabe que la administración directa de Cataluña por parte de Madrid soldará el campo de la independencia. Él está contando con "rebabas", él está apostando a la putrefacción. Muchos independentistas pidieron que se pusiera bajo la tutela de Cataluña -la activación del artículo 155 de la Constitución española- para que se establezca una situación insostenible en la provincia.

Los separatistas venden la ilusión
¿El Sr. Rajoy está a la altura de la tarea, suficientemente "creativo", inteligentemente "político"? El referéndum organizado por el Sr. Puigdemont fue ilegal, contrariamente a la constitución de 1978 - masivamente aprobada por los catalanes. Apenas el 40% de los votantes votaron. El resultado no es confiable: un 90% sí cuya única magnitud cuestiona. ¿Qué se puede hacer con respecto a la expresión del ultramicronacionalismo que llevan las personas que también denuncian los peligros del nacionalismo?

El Sr. Puigdemont probablemente convoque el Parlamento Regional en el momento de la reunión del Senado en Madrid. Probablemente responderá a la votación sobre el Artículo 155 proclamando la independencia. Esta es la estrategia de la tensión. Podemos sentir la mayor simpatía por la aspiración de los catalanes a una autonomía más completa. Podemos denunciar la actitud de esperar y ver estancada de Madrid desde 2010. No podemos dejar de notar que el Sr. Puigdemont tiene muy poco respeto por la democracia.

No es solo el referéndum ilegal del 1 de octubre. Desde hace semanas, el Parlamento catalán no se ha reunido, por la única razón de que la mayoría se niega a responder a las preguntas de la oposición. Hace meses que la televisión pública catalana, TV3, culpa a la propaganda a favor de la independencia simplista y engañosa. Y durante meses usa una retórica de victimización que quiere hacer parecer grotescamente que Cataluña es una víctima del retorno de la dictadura franquista. Este no es el caso.


Lea también: Cataluña: frente a las medidas de tutela, las opciones de los separatistas versión en francés

Los separatistas viven en una burbuja, venden ilusión, capitalizan la complejidad de la situación catalana. Pero no se atreven a organizar una encuesta regional, bajo el control de la comisión electoral española; una encuesta precedida por una campaña libre sobre los problemas reales de la "independencia"; una votación legal que diga cómo se divide la población de Cataluña. Ellos prefieren la política de lo peor.

Las tres alternativas de Puigdemont, declarar la DUI, convocar elecciones, o promover movilizaciones

El pasado sábado 21 de octubre el gobierno central anunció las medidas que propone al Senado para aplicar el artículo 155 de la Constitución, algunas de ellas parecen muy extremas como cesar a todo el Govern o intervenir los medios públicos de comunicación de la Generalitat, supondría de facto eliminar el autogobierno catalán al cesar a quienes fueron elegidos en las urnas. Esta propuesta del gobierno será debatida y seguramente aprobada (el PP tiene mayoría absoluta, aunque sólo tuvo el 32% de los votos) en la sesión del Senado de este próximo viernes 27 de octubre, una sesión a la que es posible que asista el propio Puigdemont para defender el autogobierno catalán.

La incógnita no está en lo que dirá Puigdemont en el Senado, en caso de que finalmente asista, repetirá lo que dijo el pasado sábado en su comparecencia pública. La incógnita está en saber qué va a hacer, el Govern tiene tres opciones muy dispares entre sí.

1.- Declaración Unilateral de Independencia.
No es descartable, es lo que están pidiendo amplios sectores del independentismo, desde la CUP hasta la ERC, pasando por las plataformas soberanistas Ómnium y la ANC. Por el contrario, esta opción tiene muchos detractores, incluso en las mismas filas del independentismo, no sólo por la realidad económica provocada por la salida de empresas sino porque la mayoría de la sociedad catalana considera que el referéndum o consulta del 1 de octubre no justifica la medida, es rechazada de plazo por el empresariado catalán, y también por los órganos de dirección de la Unión Europea. Podría ser un paso en falso, o un error sin posibilidad de subsanar, pues dividiría totalmente a la sociedad catalana y se ganaría el rechazo internacional de la zona euro.

2.- Adelantar las elecciones.
Desde el gobierno ya se ha avanzado que una convocatoria de elecciones significaría suspender la aplicación del artículo 155, no olvidemos que el objetivo final de la aplicación del 155 es convocar elecciones. Esta medida serviría para aliviar la tensión a la espera de su resultado, garantizando la continuidad del Govern y alejando de la Generalitat el peligro de la intervención. Es la mejor opción para garantizar el autogobierno catalán, al alejar la aplicación del 155. Pero al mismo tiempo, esta media podría ser considerada como un paso atrás, como una forma de ceder a la exigencia del Gobierno Central al ceder a su exigencia o amenaza.

3.- No hacer nada y fiarlo todo al resultado de las movilizaciones.
No hacer nada y esperar a que el gobierno intervenga la Generalitat, el autogobierno catalán, lo cual provocará un fuerte rechazo no sólo de los independentistas sino de más sectores de la sociedad catalana, seguramente de esos mismos sectores que el día 3 de octubre se unieron a los independentistas para rechazar la violencia del 1 de octubre. 

Ya lo dijo Joan Tardá en el 2012, “la aplicación del 155 nos vendría de coña, porque en vez de salir a la calle un millón y medio van a salir tres millones”. Puigdemont tiene la posibilidad, convocando elecciones, de salvar el autogobierno, pero al hacerlo se desmoviliza, aunque sea por unos meses, el independentismo. En cambio, si Puigdemont no convoca elecciones la acción del gobierno central le garantiza un aumento de la movilización social para defender el autogobierno, que de cara al exterior puede servirle para trasladar el mensaje de que la inmensa mayoría de la sociedad catalana quiere la independencia y que no está dispuesta a otra salida distinta.

La defensa de la independencia tiene su techo, alrededor de 2 millones de personas, que pueden ser menos ante la realidad económica. En cambio, la defensa del autogobierno puede ser que no tenga techo. No es descartable pensar que ahora es cuando empieza todo. El viernes lo veremos.

Manzanares, 23 de octubre de 2017.

domingo, 22 de octubre de 2017

‘President’: por Catalunya, ponga las urnas, por Enric Hernández


Solo Puigdemont, presidente de todos los catalanes, tiene en sus manos preservar el autogobierno y la paz social

En puertas de que el autogobierno catalán quede en suspenso, la cúpula de la Generalitat defenestrada y el Parlament neutralizado, bien podemos concluir que Catalunya se halla, ahora sí, ante una encrucijada histórica. Cuatro décadas de una amplia autonomía la han convertido en un territorio económicamente próspero, socialmente integrador, cómodo en su pluralidad política y culturalmente fértil. Frente a los nostágicos de mejores tiempos que jamás existieron, importa reivindicar este periodo como el más fructífero y democrático de la historia catalana.

Todo esto es lo que ahora está bajo amenaza. Lo está, de hecho, desde que las maniobras del PP y el fallo del Constitucional frustraron el leal intento catalán de constitucionalizar sus anhelos con el Estatut. Lo ha estado, en mayor medida, desde que, en respuesta a una sentencia irrespetuosa con los catalanes que refrendaron el Estatut, la eclosión independentista polarizó a la sociedad y tensionó las relaciones con el Gobierno del PP, que ni quiso ni supo dar una respuesta inteligente al envite. Y el conflicto ha alcanzado un grado sumo desde que, perdido el plebiscito del 27-S, el soberanismo se negó a reconocer su derrota y optó por violentar el marco legal y menospreciar al 52% de los votantes.

Este contexto explica -sin justificarla- la decisión de Mariano Rajoy de activar la vía del artículo 155 de la Constitución, que de materializarse acarreará de facto la suspensión temporal de la autonomía catalana. A la agresión independentista -abolición del Estatut y la Constitución en Catalunya, organización de un simulacro de referéndum pese al veto judicial, amago de una declaración unilateral de independencia…- responde el Estado con un contragolpe tanto o más contundente.

FALACIAS AL DESCUBIERTO
El temido choque de trenes ya ha causado irreparables desperfectos en la economía catalana y en la cohesión social, evidenciando que quienes vendieron ilusión ejercían en verdad de ilusionistas: no era cierto que meter papeletas en urnas condujese a una independencia pacífica; ni que la banca y las empresas se iban a quedar pasase lo que pasase; ni que la UE daría la espalda a España para reconocer la república catalana y acogerla en su seno. Quedan al descubierto las falacias soberanistas, como lo hicieron las del ‘brexit’.

Y lo peor aún está por llegar. El 155 puede desencadenar, si el independentismo así lo decide, una revuelta social de consecuencias previsibles: desobediencia, detención de politicos, enfrentamientos civiles y, digámoslo con todas las letras, violencia de diverso signo.

Esta es la catástrofe que nos aguarda si nadie echa el freno. Hoy es Carles Puigdemont, presidente de todos los catalanes, quien tiene en sus manos ahuyentar el drama. Solo él, anteponiendo la responsabilidad institucional a sus legítimos deseos, puede preservar el autogobierno y la paz social mediante una salida tan democrática --y reclamada por el 68% de los catalanes-- como convocar elecciones al amparo del Estatut, desactivando así el mecanismo del 155. ‘President’: por Catalunya, ponga las urnas.

viernes, 13 de octubre de 2017

Editorial de Charlie Hebdo sobre la situación en Cataluña

"TONTERÍA O MUERTE

El referéndum organizado en Cataluña para su independencia hace temblar a Europa. Si todas las regiones europeas que tengan una lengua, una historia, una cultura originales empiezan a reclamar su independencia, el Viejo Continente se va a fragmentar como el casquete polar bajo los efectos del recalentamiento climático.

Puesto que hay unas doscientas lenguas en Europa, ¿por qué no crear doscientos nuevos países? ¿Y por qué no proclamar tantas declaraciones de independencia como quesos y vinos hay en el continente? La independencia, sí, pero ¿respecto a qué? Es legítima la independencia cuando uno quiere liberarse de la tiranía o la opresión. ¿De qué destino trágico quieren hoy liberarse los catalanes? En 1977, poco después de morir Franco -éste había prohibido el uso del catalán después de su victoria en 1939-, la Generalitat de Cataluña fue restablecida, y luego la región se dotaba de un parlamento y de un gobierno regionales.

Franco ya no está
Pero hoy, cuando Franco ya no está, hay que buscarse otro tirano al que poder derribar. Será el Estado español y, por supuesto, la peor dictadura jamás conocida en el mundo: la Unión Europea con sede en Bruselas.


Detrás de esa palabra esplendorosa, independencia, se ocultan preocupaciones a veces menos nobles. Como pasa con la Liga Norte en Italia, siempre la reclaman las regiones más ricas. Cataluña quiere la independencia porque ya no quiere soltar dinero a las otras regiones españolas menos ricas que ella. Si todas las regiones europeas que tengan una lengua empiezan a reclamar su independencia, el Viejo Continente se va a fragmentar como el casquete polar.


Es como si oyéramos de nuevo la voz de la innoble MargaretThatcher: “I want my money back”. La lengua, la cultura, las tradiciones están muy bien para las postales, pero la pasta está mucho mejor. Las regiones pobres de Europa pocas veces bajan a la calle para obtener su independencia. Más allá de estas consideraciones mercantiles, es curioso oír algunas voces de la izquierda reclamar la independencia de una región como Cataluña en nombre de una identidad cultural, que, por cierto, nadie cuestiona.


Y además, ¿por qué la identidad cultural reivindicada por los catalanes debería ser tomada en cuenta y no la identidad cristiana defendida por los xenófobos europeos? ¿Por qué las palabras “identidad” o “cultura” suenan bien cuando las pronuncia la izquierda, pero se convierten en infames cuando es la derecha y la extrema derecha las que las pronuncian?


La cercanía a la extrema derecha
La independencia de Cataluña no tiene por objeto liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni permitir a la economía ser próspera, puesto que ya lo es, y mucho menos obtener el derecho a hablar una lengua autorizada desde hace tiempo. La obsesión identitaria que se expande por Europa como la podredumbre de una fruta afecta a la extrema derecha pero también a la izquierda. El nacionalismo de derechas y el de izquierdas tienen un punto en común: el nacionalismo.


Cuando Cataluña haya roto las cadenas que la atan a la monarquía española y al Santo Imperio Europeo, ¿qué ocurrirá? Al son de los tambores y de los pífanos, los gallardos independentistas desfilarán por las calles de Barcelona como si fueran la Columna Durruti, las jovencitas lanzarán pétalos de rosa a los militantes que habrá desafiado con arrojo al Estado policial español, corales infantiles con niños de pelito rizado cantarán a la libertad recobrada y al euro derrotado, las abuelas desdentadas tejerán banderas con los colores de la nueva República, y los bisabuelos desempolvarán la boina que llevaban en el frente en el 36.


Será muy bello, emotivo, magnífico. Y luego, al final de la tarde, todo el mundo volverá a su casa para plantarse delante de la tele y ver el concurso de turno o el partido del Barça en cuartos de final de la Copa. Cataluña bien se lo merece"

Al final Puigdemont entendió que Cataluña no puede ser independiente

Los independentistas catalanes argumentan que, por su población y riqueza económica, Cataluña podría ser perfectamente un estado independiente, con un PIB mucho más alto que la mitad de países de la Unión Europea, y esto es cierto, por lo que han promovido un proceso para declararla independiente, y así estaba previsto hacerlo, pero a última hora Puigdemont no apretó el botón, abriendo un periodo de incertidumbre con el que espera aflojar la presión independentista. La Generalitat intentará mostrar ante la opinión pública una posición firme a favor de la independencia, pero lo cierto es que las negociaciones ya están en marcha para desactivar todo el proceso. Entre los razones para este cambio se exponen posibles presiones internacionales, propuestas de medicación, presiones de la banca y las empresas catalanas, etc, todas estas razones pueden ser ciertas, pero la realidad es que, debido a esas presiones, los dirigentes del independentismo al fin han entendido que Cataluña no se puede independizar, por una razón muy simple, porque no es independiente.

Declarar la independencia política de un estado es algo bastante sencillo, basta con proclamarla y esperar reconocimiento internacional. Si Puigdemont hubiera declarado el 10 de octubre la independencia hubiera sido cuestión de tiempo que otras naciones la hubiesen reconocido, sobre todo teniendo en cuenta el ridículo de Rajoy al afirmar que el 1 de octubre no habría urnas ni papeletas, y sobre todo por la imagen que se trasladó por intentar parar por la fuerza algo parecido a una votación. Siendo posible esa independencia, no se entienden las razones para que el pasado martes la parasen en seco, aunque con ambigüedad para evitar la ira de los independentistas. La única razón es que llegado el momento han entendido que no pueden aplicar una independencia política sin que previamente exista independencia social y económica. La independencia política se aplica en situaciones en las que ya no existen lazos sociales y económicos que lo impidan, todo lo contrario de lo que sucede en Cataluña con respecto al estado.

La realidad social de Cataluña muestra que un importante número de catalanes no apoyan el independentismo, y aunque esto puede cambiar, sobre todo a raíz del 1 de octubre, si tenemos en cuenta los resultados de las últimas elecciones catalanas la realidad es que los partidos que no apoyan la independencia obtuvieron un 51,5% de los votos, más de 2 millones de votos, incluyendo en esta suma a CatSesPot, que no apoya la independencia pero sí el derecho a decidir, y también a Unió que no obtuvo representación por no llegar al 3%, mientras que el bloque independentista no llegó a 2 millones de votos quedándose en el 48,5%, sacando más diputados debido a que el sistema electoral premia al más votado. La existencia de esos más de dos millones de votantes en posiciones no independentistas demuestra que la sociedad catalana no está claramente por la independencia, esos catalanes quieren seguir siendo españoles y mantener sus actuales lazos con el resto del estado.

Más importante todavía que la social, está la dependencia económica de Cataluña para con el resto del Estado, no es una dependencia por la necesidad de ayudas o subsidios, sino que es todavía más importante. En Cataluña hay un alto número de importantes empresas que exportan fueran de Cataluña el 80% de su producción. Esa exportación se reparte en tres partes, el 40% a otras Comunidades del Estado español, otro 40% a países de la zona euro, y el 20% restante a países fuera de la zona euro. La declaración de independencia supondría de forma automática elevar el precio de los productos exportados, por la aplicación de impuestos y aranceles que ahora no existen. Pero no es sólo el precio lo que bajaría la demanda de los productos catalanes, a esto habría que sumarla el rechazo a unos productos de un país que se declara independiente en contra de la legislación nacional, y en contra de la opinión de las instituciones nacionales y comunitarias.

En estos momentos, y según datos del año 2015, en una situación de fuerte crisis económica en nuestro país, Cataluña está mucho más vinculada económicamente a España que al exterior, y, como ejemplos, hay que resaltar que vende mucho más a Aragón (con 1,3 millones de habitantes) que a Francia (70 millones) o a Alemania, y que exporta más a Cantabria que a Estados Unidos. Según datos publicados por el Instituto de Estadística de Cataluña y el Instituto Español de Comercio Exterior, las ventas de empresas catalanas al resto de España ascienden a 61.134 millones de euros, mientras que las exportaciones a países extranjeros suman 60.526 millones. Excluyendo los servicios, y teniendo sólo en cuenta la venta de bienes, las ventas catalanas al extranjero (54.897 millones de euros) superan las destinadas al resto de España (45.210 millones), todo ello según datos del informe de C-Intereg e Idescat. Este mismo informe señala que 13 de los 23 mercados más importantes para las empresas catalanas son comunidades autónomas españolas, y esto a pesar del contexto de crisis económica de nuestro país.

Por si esto no fuera suficiente, el informe “Análisis del Comercia de Cataluña” de CCC llega las siguientes conclusiones:
-          Cada  euro que venden las empresas catalanas al resto de España genera un 7% más de beneficio empresarial que en el caso de las exportaciones. Tiene menos costes vender en España que hacerlo en otros países.
-          Gran parte de la exportación de Cataluña de valor tecnológico proviene de filiales españolas de multinacionales extranjeras que están situadas en Cataluña por proximidad logística a sus países europeos, por lo que una posible secesión provocaría deslocalización.
-          Muchas empresas españolas encauzan su comercio exterior con Europa a través de Cataluña, en caso de secesión esto cambiaría.

Estas son las razones que han provocado que más de un centenar de importantes empresas catalanas, ante el riesgo de secesión, haya sacado su sede social de Cataluña, siguiendo un proceso idéntico al de otros países que no hace muchas décadas se independizaron, primero es la sede social, después la sede fiscal y finalmente el mismo centro de operaciones. Sólo quedarán aquellas empresas que por tamaño o negocio no puedan irse, además de sectores muy concretos como el del retail o vinculados a los contratos públicos.

Esta es la realidad económica de Cataluña, una región rica y productiva cuyas empresas tienen un gran volumen de negocio con el resto del estado y con países de la unión monetaria. Cualquier cambio, y una declaración de independencia es el cambio más importante que se puede acometer, pone en riesgo la situación de todo ese tejido empresarial en el que se basa la riqueza de Cataluña. En definitiva, Cataluña no puede independizarse porque es una región rica y productiva gracias a sus relaciones comerciales exteriores.


Fdo: Francisco Agarrabeitia Ramírez.

domingo, 8 de octubre de 2017

La encrucijada de Puigdemont, la encrucijada del independentismo catalán

Entramos en una semana en la que se va a producir la comparecencia en el Parlamento de Cataluña, en la que se supone que se tratarán los resultados del referéndum del 1 de octubre y, se supone, se declarará la independencia, algo que se lleva atrasando desde el 3 octubre. Pero ¿realmente se va a producir esa declaración?

El miércoles 4 de octubre Puigdemont hizo una declaración respondiendo al Rey, si atendemos el lenguaje no verbal lo más destacado era la puerta abierta que había a su espalda, esa puerta abierta puede tener dos significados, una puerta abierta al diálogo o una puerta abierta por la que poder escapar. Puigdemont tiene dos opciones, puede declarar esta semana la independencia de forma inmediata, o bien puede declararla con efecto del 1 de enero de 2019 o del 2020.

Los sectores independentistas muy movilizados desde el 1 de octubre le exigen una declaración inmediata, no hacerlo supondría una traición a toda esa gente que ha sido movilizada en este proceso, que fue enviada el 1 de octubre a los puntos de votación, que salió a la calle el lunes y sobre todo el martes en una huelga general política. Es muy difícil que esos sectores puedan aceptar, sin sentirse traicionados, algo distinto a una declaración inmediata.

Por otro lado, la realidad económica ha puesto de manifiesto las dificultades e inconvenientes de una posible independencia catalana, hasta ahora no veían posible esa independencia, pero una vez vista la fuerza del independentismo han entrado en un fase de alarma y han actuado en consecuencia, produciéndose un gran número de cambios de sedes sociales de las empresas más importantes de Cataluña, que han buscado la fórmula de seguir estando en España, y por lo tanto en la Unión Europea, en caso de esa independencia.

Así las cosas, lo más probable es que el Parlamento catalán atrase lo más posible la decisión y llegado el caso se conforme con una declaración de independencia en diferido, es decir, con efectos del 1 de enero de 2019 o incluso del 2020, pidiendo dialogar con el gobierno central la forma de llevar a cabo la independencia de la forma menos traumática posible, de esa forma puede contentar a los partidarios del independentismo, confiando en que hasta entonces los hechos y la realidad económica vayan limando y disolviendo la presión independentista.


Lo que sí es descartable es que el gobierno catalán renuncie de forma clara a la independencia, aunque ellos mismos crean que es lo más conveniente no van a estar dispuestos a pasar por la vergüenza de ser señalados por los suyos como unos traidores, siendo preferible para ellos una derrota honrosa, incluso ser detenidos y encarcelados a la espera de juicio.

jueves, 5 de octubre de 2017

Proceso soberanista catalán, señales de alarma

Banc Sabadell decidió ayer trasladar su sede social a Alicante. CaixaBank tiene previsto anunciar hoy la mudanza de la suya a Palma...


Banc Sabadell decidió ayer trasladar su sede social a Alicante. CaixaBank tiene previsto anunciar hoy la mudanza de la suya a Palma. La noticia del Sabadell, conocida por la mañana, causó enorme conmoción en medios económicos, políticos y sociales catalanes. Los planes de CaixaBank, que se perfilaron a media tarde, no hicieron sino multiplicar exponencialmente esa conmoción. En pocas horas, los dos principales bancos de Catalunya van a llevarse sus sedes fuera de la comunidad. No permitirán que una hipotética declaración unilateral de independencia (DUI) dañe los intereses de sus clientes, ­accionistas o empleados.
Banc Sabadell fue fundado en 1881 por fabricantes y comerciantes para financiar la industria de su ciudad. Luego creció y creció, merced a su prudente pero constante política de expansión territorial y a la compra de otras entidades bancarias. Así se ha convertido en el segundo banco catalán y en el cuarto grupo bancario de España, con posiciones en Europa y América. Durante cerca de siglo y medio, Banc Sabadell ha mantenido su sede social en la localidad vallesana. La noticia de su traslado causó pues, como decíamos, conmoción. Pero no sorpresa: la dirección del banco anunció años atrás que no consideraba la posibilidad de permanecer ni un segundo fuera de la zona euro. La economía tiene sus propias leyes, que en la era de los mercados globales no suelen someterse a las de la política. El traslado del Sabadell a Alicante ha sido impensable en sus 135 años de historia. Pero ha ocurrido ahora. Y puede entrar en vigor en un pispás: basta con una visita al notario y una nueva inscripción en el registro.
CaixaBank sopesaba desde tiempo atrás la posibilidad de un traslado similar. Hace unos días dirigió una nota a sus empleados en que les indicaba que la prioridad –idéntica, por cierto, a la del Sabadell– que iba a guiar sus decisiones futuras era proteger los intereses de clientes, accionistas y empleados. Pero los estatutos del primer banco catalán –y también líder en España por cuota de mercado peninsular– no le permitían adoptar esta decisión sin someterla a la aprobación de la junta de accionistas. Una junta de difícil convocatoria antes de un mes, y que pudiera haber sido tormentosa. Sin embargo, ayer trascendió que el Gobierno había ultimado un decreto ley para liberar a las instituciones enfrentadas a este trámite y así agilizar su posible traslado. La entidad que nació en 1904 como Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros, que supo auparse desde un modelo de ahorro popular y banca familiar hasta otro marcado por las nuevas herramientas financieras y un potente grupo industrial, veía así expedito el camino para su traslado. Gracias a un decreto al que podrían acogerse también empresas de otros sectores.
Los traslados de las sedes del Sabadell y CaixaBank tienen efectos limitados en el ámbito fiscal. En su nuevo domicilio, ambas entidades seguirán abonando el impuesto de sociedades al Estado, mientras que otros impuestos, como el de actividades económicas, revertirán en adelante en instituciones públicas no catalanas. Por el contrario, sí son muy relevantes los efectos políticos y económicos de estos traslados, que se producen en el marco del proceso soberanista catalán –con una posible DUI anunciada para el lunes– y conllevan consecuencias indeseables. Cuando un territorio de la Unión Europea (UE) aspira a independizarse, aun a sabiendas de que perderá sus ventajas, y sus dos grandes entidades bancarias deciden trasladar su sede, el mensaje que reciben los mercados económicos y financieros no es nada bueno. Lo valorarán como la prueba de que dicho territorio dista de ser óptimo para sus actividades. O, al menos, no tan bueno como aquellos en los que fluye la liquidez del Banco Central Europeo, que con toda probabilidad perderíamos aquí en caso de independencia.
La decisión adoptada por el Sabadell y CaixaBank, tras días de caídas bursátiles y retiradas de fondos, supone un baño de realidad para el proceso independentista. Sus impulsores se han obstinado en afirmar que una hipotética independencia no afectaría seriamente a nuestra economía. Pero es evidente que sí la afectaría. Estamos hablando de decisiones nada fáciles, ni sin coste, pero comprensibles desde la óptica bancaria. No sólo en lo tocante al tema de la cobertura económica y la seguridad jurídica. También en términos de negocio: los del Sabadell y CaixaBank en España son muy superiores a los que tienen en Catalunya, y por ello buscan las condiciones operativas que beneficien al mayor número posible de clientes.
La crisis política catalana que ha propiciado estos traslados podría rebasar el ámbito bancario. No es descartable un efecto cascada. Catalunya –y en particular Barcelona, cuyo principal problema parecía hace cuatro días el exceso de turismo– se está enfrentando ya a una retracción de las inversiones extranjeras, lo cual a medio plazo dañaría el consumo interno y el externo. No querríamos parecer alarmistas. Tratamos tan sólo de ser realistas. Pero las señales son de alarma. Construir una economía como la catalana es tarea de muchas generaciones. Debilitarla es mucho más fácil. Algunos empresarios del sector hotelero cifran ya en más de un 20% la bajada de reservas: los turistas no aprecian los destinos en los que las autoridades animan a la movilización callejera, por muy soleados que sean. Los operadores económicos mueven con cautela el dinero, rehuyendo la incertidumbre y los escenarios sin garantías. Las sesiones del Parlament del 6 y el 7 de septiembre, en las que se vulneró la Constitución y el Estatut, se ninguneó a la oposición y se aprobaron, en su ausencia, las leyes de desconexión, marcaron un punto de inflexión. Acreditaron que el independentismo había perdido el respeto a la legalidad. El modo en que se celebró e interpretó el referéndum del 1-O no contribuyó a fortalecer una imagen catalana homologable en la UE.
El proceso ha empezado a desvelar su potencial económico negativo. La situación es muy preocupante. El silencio de los máximos responsables de la Generalitat, habitualmente tan locuaces, ante el traslado de los bancos catalanes fue ayer significativo. Si se materializara la DUI, si luego el Estado aplicara el artículo 155 de la Constitución, las cosas empeorarían sensiblemente. La confianza en la economía catalana sufriría un duro golpe. Lo dijimos ayer y lo repetimos hoy: la DUI sería un tremendo error. Ante tan negros indicios, seguir caminando hacia la independencia como si nada ocurriera es propio de insensatos. Hay que evitar la DUI. Hay que evitar el 155. Hay que frenar una deriva que anuncia efectos perniciosos para todos los catalanes.
Fuente: lavanguardia

miércoles, 4 de octubre de 2017

What is really happening in Catalonia?, English version by Heather Galloway.

 Los líderes de la independencia dejaron el referéndum en manos de la población general, que tuvo que enfrentarse solo a la respuesta policial

Si bien las imágenes de la policía española que cobran a los votantes catalanes el domingo merecen una atención seria, necesitan ser contextualizadas si queremos entender lo que ha sucedido en España y en la Unión Europea en los últimos días. Que es lo que intento hacer aquí tan brevemente como sea posible.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la policía no actúa por órdenes del gobierno central, sino de la judicatura. La policía estaba impidiendo que se celebrara un referéndum de independencia por orden de un juez porque se decidió que violaba la Constitución, que no reconoce el derecho de una región autónoma a tomar una decisión unilateral de romper.

Es cierto que las palabras "derecho a la autodeterminación" y "derecho a decidir" son razonables en los tipos de democracia moderna que existen en los Estados Unidos o en Europa, pero deben colocarse dentro del marco legal de cada país.

Los activistas por la independencia han reclamado el derecho a celebrar un referéndum durante años, pero las consecuencias de tal medida deben tenerse en cuenta. El más grave es que consideran un voto "sí" vinculante y que afectaría a todos los catalanes, incluso a los que se sienten españoles. ¿Cuántos catalanes sienten español? En las últimas elecciones, los partidos catalán por la independencia (la coalición Junts peña Sí y el partido radical CUP) obtuvieron 1.975.348 votos de un censo de 5.510.798. En otras palabras, de todos los catalanes con derecho de voto en Cataluña, el 35% optó por un 
partido independentista u otro.

En varias ocasiones, los activistas por la independencia han tratado de celebrar un referéndum negociado como en Escocia y Quebec. Sin embargo, los partidos políticos dominantes en España han dicho que no. El Partido Popular de centro-derecha, que actualmente está en el poder en el gobierno central, sostiene que un referéndum sobre la autodeterminación es ilegal, entre otras cosas porque Cataluña ya es casi totalmente autónomo tal como es.

Los catalanes ya manejan su propio sistema penitenciario, su policía, educación y salud. En cuanto a la tesorería, controlan la recaudación de impuestos mientras que la redistribución de los fondos públicos es controlada por el gobierno central. En términos generales, Cataluña es una de las regiones más autónomas de toda Europa.

El otro partido principal en España, el Partido Socialista de oposición (PSOE), cree que debe celebrarse un referéndum que involucre a todos los españoles, no sólo a los catalanes. En otras palabras, cree que el Congreso debería acordar reformar la Constitución de 1978 de manera que convertiría al sistema regional español en una federación de estados y que esto debería votarse a nivel nacional. Hasta ahora, el PP ha resistido a poner esta opción a los líderes catalanes.

Lo que sí es cierto es que si Cataluña declarara la independencia, la España tal como la conocemos dejaría de existir, ya que hay otras regiones como el País Vasco y Galicia con fuertes movimientos nacionalistas que probablemente seguirían su ejemplo.

También hay que tener en cuenta la persecución sistemática de ambos partidos por la organización terrorista ETA que mató a 829 personas -incluyendo numerosos profesores, políticos y policías- en nombre del nacionalismo vasco desde 1958, cuando Franco todavía estaba en el poder, hasta 2010 .

Cataluña nunca ha sido un Estado independiente. Fue parte del Reino de Aragón cuando Aragón se unió al Reino de Castilla en el siglo XV. Comparte una lengua y cultura con otras regiones autónomas - Valencia y las Islas Baleares. Muchos líderes pro independencia proponen que estas otras regiones se unan a Cataluña para hacer los "països catalanes", algo poco probable que suceda dado que estas otras regiones se sienten fuertemente español.

Frente a la negativa del PP y del Primer Ministro español Mariano Rajoy a celebrar un referéndum en Cataluña, los activistas independentistas aprobaron en agosto una ley que les permite celebrar un referéndum unilateralmente y otro en el que se propone la proclamación de una república en detalle. En esta votación, las partes que se oponen a la independencia, que ocupan 63 de los 135 escaños, se abstuvieron de votar y el gobierno central puso el asunto en manos de la Corte Constitucional, que ordenó a la policía impedir que prosiguiera el referéndum.

El gobierno central podría haber recurrido al artículo 155 de la Constitución, que le permite asumir los poderes del gobierno regional catalán en caso de desobediencia. Pero no lo hizo.

Varias advertencias fueron emitidas en el período previo al referéndum apelando a los líderes pro-independencia para cancelarlo. El gobierno central, la oposición socialista e incluso el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, los llamaron al orden. Todo lo anterior expresó respeto por la ley y la Constitución Española.

A pesar de ello, los dirigentes catalanes decidieron proseguir con su agenda. Dijeron que la votación tendría lugar. Publicaron el censo en Internet. Eligieron las escuelas que actuarían como mesas de votación. Permitieron que grupos de voluntarios ocultaran las urnas y organizaran el voto. Varios votantes independentistas organizaron partidos de pijama con niños en las escuelas para ocuparlos.

En resumen, los dirigentes de Cataluña dejaron el referéndum en manos de la población en general, que tuvo que enfrentarse solo a la respuesta de la policía. ¿Qué podría ser mejor para estos líderes pro independentistas que las imágenes de disturbios y policías que toman las urnas por la fuerza, que es exactamente lo que sucedió?
Cataluña tiene su propia fuerza policial, los Mossos de Esquadra, que ahora está bajo investigación por desobediencia. Estaba bajo las órdenes de la Corte Constitucional para desalojar las escuelas - para ir a cada escuela y asegurarse de que la votación no tuvo lugar. Los jefes de los Mossos de Esquadra dijeron que lo hicieron, pero las imágenes del domingo muestran una historia diferente. Aparecieron en las escuelas, entregaron un pedazo de papel y se fueron.

Es por eso que la Policía Nacional y la Guardia Civil fueron enviadas, sólo para ser atendidas por barricadas humanas, algunas de las cuales fueron rotas por la fuerza.

Armados con las imágenes resultantes, los líderes independentistas han sostenido que hay casi 900 heridos y están pidiendo a la UE ya las Naciones Unidas que intervengan contra el autoritarismo español. Según Jordi Sànchez, presidente de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC): "No ha habido este número de lesiones desde la Segunda Guerra Mundial".

Lo que realmente ocurrió fue que los servicios locales de salud tendían a 893 personas, la mayoría de las cuales habían sufrido un ataque de pánico o una lesión menor de algún tipo. Así que la cifra fue exagerada. Sólo hubo un caso grave de hospital y eso se debió a un ataque al corazón. Otro fue ingresado en el hospital con una lesión ocular. Según el gobierno español, 33 policías resultaron heridos en el desempeño de sus funciones.

Es falso, como afirman los dirigentes catalanes, que esta es la peor violencia en Europa desde hace décadas. Hay algunos ejemplos muy recientes que son mucho peores, como la represión contra las multitudes que protestaban contra la cumbre del G20 en Hamburgo en mayo pasado, cuando cientos de personas resultaron heridas por la policía usando gas lacrimógeno y cañones de agua. En Francia, en 2005, tres civiles murieron y casi mil resultaron heridos en enfrentamientos con la policía; por no mencionar las medidas represivas empleadas por varios gobiernos, como el gobierno húngaro, actuando contra inmigrantes que intentaban cruzar su país para llegar a Alemania, hiriendo a cientos de personas.

Es importante añadir que el partido que ahora lidera la coalición independentista ha estado en el poder durante décadas en Cataluña y que, según recientes conclusiones, es culpable de establecer sistemas ilegales de financiación a través de comisiones ilegales del 3% en proyectos públicos. Muchos de sus líderes, incluido el ex presidente, Jordi Pujol, están bajo investigación o ya están en prisión.

lunes, 2 de octubre de 2017

Terribles tiempos oscuros, por Elisa Beni

No, así no. No tendrás mi aquiescencia ni mi pasividad. Creo en el Estado de Derecho y en la ley. Creo que sólo ésta puede protegernos pero también sé que cualquier respuesta no vale para ampararla. No has sabido o no has querido. Rajoy, no vales. Rajoy, a España no le sirves. Eso no tiene nada que ver con la vergüenza y la manipulación y la miseria de Puigdemont y los suyos, que han lanzado al pueblo contra la ley a sabiendas de lo que sucedería. A ellos los doy por adjetivados, pero al Estado de Derecho que me ampara y me protege, o debería, no puedo dejarlo en tus manos. No. Así no, Rajoy cobarde. Llegar a este extremo no precisa de ningún esfuerzo. Dejar que la policía cumpla órdenes contra un pueblo desarmado no es mérito de ningún estadista. Es una mierda, Rajoy, una puta mierda. No esperaba mucho de los demagogos del proceso pero a ti te correspondía servir al Estado de Derecho que está por encima de tus cálculos mezquinos.
No le sirves a España, Rajoy, por mucho que te empeñes. Has traicionado la grandeza de la patria a la que dices que sirves. Ni siquiera los que sabemos que la Constitución no puede ser conculcada impunemente te vamos a apoyar. Mañana debe empezar la solución y yo no creo que formes parte de ella. Exculpo a las policías que cumplieron órdenes y a los jueces que se sirvieron y sirvieron sólo a la ley. Sólo tu tenías en tus manos la grandeza de la política y la soslayaste porque eres pequeño y mezquino, porque no vales para el papel que la historia te ha demandado.
Quiero abrir la ventana al futuro. Tú no puedes robarnos la posibilidad de ser por una vez dignos de solventar este largo problema de una forma civilizada y consensuada. Hay que hablar. Sentarse y cansarse de poner sobre la mesa opciones para una nueva convivencia o para un futuro distinto que parta de bases legítimas. Todo tiene que caber. Todo tiene que estar sobre la mesa. Sólo nos bastará que las lenguas y las opciones y la creatividad y el posibilismo político exploren todas las salidas sin restricción de inicio. No nos vale Rajoy como tampoco nos vale Puigdemont. No nos vale quien nos trajo a este cul de sac de mierda.

¿Quién nos vale? Interlocutores nuevos allí y aquí. No queda otra, porque nos jugamos no sólo el encaje o la desconexión de Catalunya sino la realidad de un estado democrático y de derecho que muchos defendemos. Lo de hoy ha roto muchos diques y uno de ellos es el de nuestro futuro como sociedad. No nos vales, Rajoy. No valen tampoco los violadores del verso democrático que han tensado a Catalunya. No servís. No estáis a la altura. Habéis encerrado a una parte del pueblo catalán pero también a la otra, a la policía y a los jueces, en una ratonera y os habéis guardado la llave mientras mirabais desde lejos.
Tampoco hay demasiado dónde elegir. No hay tiempo de abrir las vísceras del país o de los países buscando mirlos blancos. Debemos conformarnos con gente limpia y con capacidad de hablar y de escuchar. Sólo veo posible un relevo en ambas orillas que permita el diálogo. El orden de tu derecha nos lleva al caos. Ha llegado la hora de proponer cosas. Tal vez de cambiar los liderazgos, a ver si así cambia el tono del discurso.
Esto ya no va de Catalunya y de independentistas ni de banderas y discursos patrióticos. Esto va de nuestro futuro como sociedad democrática y como pueblo. Tengamos cuidado porque nada nos asegura que los tiempos oscuros no puedan volver. Hay una suerte de desolación que hoy nos acompaña y que nos deja baldados ante un mañana que no podemos imaginar.
El Gobierno de España debe cambiar y el de la Generalitat también. Ensayando una y otra vez lo mismo no lograremos mejor resultado. No quiero oír que es imposible porque no quiero lanzar un sudario sobre nuestro horizonte común.  No sé muy bien cuál es la fórmula. Una moción de censura que te desaloje y elecciones en Catalunya o bien elecciones conjuntas o bien, no sé, creo que hay gente más competente para proponer horizonte en lugar de este sonido de martillos pilones.
Había que defender la legalidad y el Estado de Derecho y, con todas las cartas en la mano, has elegido la más desafortunada. El fin jamás justifica los medios. En esta ocasión, tampoco.
Necesitamos serenidad y realidad. Precisamos de pactos y de soluciones que han de incluir cesiones por parte de todos. Piénsalo. Ni siquiera es tu opción o tu ideología sino la falta de creatividad, asertividad y movimiento que tu representas. La historia no se va a poner de tu lado. Apártate. Deja que se pueda escribir un futuro mejor no marcado por tus limitaciones y tu vista corta y cansada.
Tengo zozobra y miedo pero nunca me refugiaría en vosotros. Idos. Idos de una vez o, mejor, echémoslos.