domingo, 14 de febrero de 2016

"En carne propia", bullying escolar en la España del Nacional-catolicismo

Corría el año 1966 en un lugar de la Mancha (Argamasilla de Calatrava), cuando por tercer año consecutivo mis padres intentan escolarizarme sin éxito, y a la cuarta 'sonó la campana'. Los años anteriores me había sido denegado el ingreso aludiendo a 'defectos físicos del futuro alumno', y que podían alterar el correcto funcionamiento de la escuela. Los defectos a los que la dirección del centro hacía alusión eran: Zurdo, miope y posiblemente también influiría los antecedentes de (hijo de no afecto al régimen).
Tras las tres negativas de admisión, mi padre se armo de valor y comunico al director del centro escolar (antiguo compañero de escuela de mi padre, pero en ese momento era del bando de los vencedores y mi padre de los perdedores), que la reiterada negativa le sería comunicada al Ministro de Educación Nacional (en aquel tiempo 'creo' que era Joaquín Ruiz-Giménez), a lo que el suso dicho 'amigo' le contesto: Ramón, en tu situación yo no removería nada... Al día siguiente a las 10 de la mañana aparece en casa el 'pelota' de turno del maestro, y dice a mi madre: Departe de D. Pablo, que mañana lleve usted a su hijo a la escuela...
Y ahora comienza el calvario, entro al patio de la escuela a las 9 y tras formar, cara al sol y padrenuestro protocolario, entramos en clase con la consabida mofa, burla y cantinela de: Zurdo!, zurdo!, ¡Gafitas cuatro ojos capitán de los piojos!... el maestro no mando callar hasta que la algarabía no llego a molestarle en primera persona. Transcurre la clase mas o menos bien hasta la hora del recreo, salen todos los niños menos yo, el maestro me indica que coloque mi mano izquierda a mi espalda y me ata el brazo con algo parecido a una venda, pone una tiza en mi mano derecha y indica de haga círculos hasta completar la pizarra cuadriculada, tal ejercicio se repetiría diariamente unas tres semanas mas o menos, con el acompañamiento de burlas por las ventanas del patio de recreo, amen de las continuas sustracción de las gafas por parte de los 'escavillaos' de turno.
En mi favor e de indicar que yo ingrese en la escuela 4 años tarde, pero sabiendo leer, escribir, sumar y restar, gracias al empeño que puso ese picador-minero que fue mi padre, y que como el muy bien decía: No te preocupes Paquito que no vamos a perder el tiempo, y día a día tras su jornada de sufrido trabajo a base de sacrificio y empeño, me enseño cuanto pudo.
Aquel mi primer año de escuela terminé siendo uno de los primeros de la clase, y no creo que fuese por el interés de director, maestro y entorno.

P.D. Mi historial académico es: Certificado de Escolaridad.
Relato de Paco Rubio

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