domingo, 21 de febrero de 2016

No llamaron a los restauradores… llamaron a los albañiles

Lo denuncia la asociación Hispania Nostra, dedicada a la defensa del patrimonio cultural y natural y que en este 2016 cumple 40 años de su fundación. El titular en su página web deja bien clara la posición de los conservacionistas: ‘Un desastre de restauración: el Castillo de Matrera, en Villamartín (Cádiz)’.

La fortaleza, levantada originariamente del siglo XIII en plena frontera entre los territorios cristianos y musulmanes, es de propiedad privada y está declarada Bien de Interés Cultural, si bien quedaba ya muy poco de ella tras el último derrumbe que sufrió, en abril de 2013, cuando el mal estado de conservación de su única bóveda que quedaba en pie no soportó el embate de las intensas lluvias caídas en aquella primavera.

UNA TORRE CON DOS PAREDES
Del edificio original solo quedaba, en realidad, una torre con dos paredes donde se sostenía la bóveda derrumbada. En su origen la torre contaba con dos bóvedas, pero una de ellas, la del piso superior, se perdió hace tantos años que la mayoría de los actuales vecinos de la localidad no han llegado a verla, informaba entonces la agencia EFE.

El “trágico derrumbe”, contaba apurado el alcalde, Juan Luis Morales, tenía lugar justo en el momento en el que parecían avanzar los trámites para que sus propietarios y las administraciones públicas organizaranla consolidación de los restos del castillo. “Esto parece que ha sido un último aviso”, apuntaba Morales, que añadía que el castillo siempre había tenido el “problema” de ser de titularidad privada, pues pertenece a una empresa.


En 2012 el Ayuntamiento de Villamartín, en la Sierra de Cádiz, reactivó el litigio para demostrar que el castillo es de dominio público. De hecho, la Delegación de Cultura de la Junta exigió al titular del castillo un proyecto de conservación, que la empresa redactó y que, antes del derrumbe de 2013, estaba pendiente de su calificación ambiental.

Finalmente, la restauración se ha llevado a cabo. ¿Restauración, reconstrucción o directamente nueva construcción? Hispania Nostra lo tiene claro. En octubre de 2014 incluyó el Castillo de Matrera en su Lista Roja, “para llamar la atención sobre el desastre ocurrido y avisar que el deterioro continuaba”.

UN ARQUITECTO DE PRESTIGIO
La web conservacionista se lamenta de que “en 2015 se decidió la restauración de la torre, llevándose a cabo en ese año. Mucho más barato hubiera sido haberle prestado atención, interviniendo antes del derrumbe”. Y añade: “La restauración, verdaderamente lamentable, ha sorprendido, y muy mal, a propios y extraños. No necesita comentarios pues puede verse en la fotografía. Sí hemos de decir que nos han escrito extranjeros que no comprenden cómo en España se cometen todavía estos disparates que califican de ‘masacre’ del Patrimonio. Y ciertamente que lo es”.

Lo cierto, sin embargo, es que el proyecto de restauración o reconstrucción fue redactado por el arquitecto Carlos Quevedo Rojas, que el pasado día 11 dio en Villamanrique una conferencia titulada precisamente ‘Consolidación y restauración del Castillo de Matrera’. La convocatoria municipal, recogida en la web Sierradecadiz.com, recordaba el prestigioso currículum del arquitecto: “Carlos Quevedo es especialista en Arquitectura y Patrimonio Histórico y ha realizado diversos estudios sobre restauración e historia del Arte en las universidades de Roma, Granada y Sevilla. Entre los proyectos de restauración más destacados se encuentran el Castillo de Morella (Castellón), las Murallas del Albaicín (Granada), el Castillo de Torreparedones (Baena, Córdoba), o el propio castillo de Matrera. Quevedo Rojas es Premio Nacional de Urbanismo y colabora con el grupo de investigación “Paisajes patrimoniales y proyecto contemporáneo: protección, restauración, valorización y uso en el ámbito mediterráneo” de la Universidad de Sevilla”.

Por lo demás, esta es la historia que hacía Hispania Nostra del monumento cuando lo incluyó en su Lista Roja:

“Está situado estratégicamente en la Sierra de Pajarete, en el camino de Villamartín a Prado del Rey, a 523 metros sobre el nivel del mar. El Castillo aprovecha la pequeña explanada de la cumbre del cerro Pajarete, convirtiéndose en bastión casi inexpugnable y en excelente otero de comarca. Fue mandado a construir por Omar Ben Hafsun, a finales del siglo IX para, desde ella, defender a Iptuci, la ciudad más avanzada de la Cora de Ronda. No fueron los árabes los primeros en asentarse en la cima de dicho monte. Los tartesios y los iberos la habían utilizado anteriormente como nos indican los restos arqueológicos encontrados en ese lugar. En el siglo XIII fue conquistado por San Fernando, quien lo reconstruyó. En 1256, la villa, el castillo y las aldeas dependientes de la jurisdicción con todos sus términos, fueron donados por Alfonso X a la Orden Militar de Calatrava, que la había conquistado. En 1256, la villa, el castillo y las aldeas dependientes de la jurisdicción con todos sus términos, fueron donados por Alfonso X a la Orden Militar de Calatrava, que la había conquistado. Sin embargo a principios del siglo XIV volvió a manos musulmanas, siendo reconquistado definitivamente por Alfonso XI en 1341. En 1342, el monarca concedía a Sevilla el castillo de Matrera y sus territorios. El Concejo Hispalense se erigió con su administración desde este momento y hasta el conocido Pleito de Matrera, con motivo de la lucha por al tierra, que comenzó en el siglo XVI y duró hasta principios del siglo XIX.  Al estar situado en plena Frontera o Banda morisca fue asediado por los musulmanes granadinos en 1408 y en 1445″.

MUROS DE TRES METROS DE GROSOR
La descripción del conjunto monumental que publica Hispania Nostra es la siguiente:  “Se divide en dos partes bien diferenciadas: la Torre del Homenaje, defendida por un recinto amurallado que la rodea, y el gran Patio de Armas o Albácar, totalmente rodeado de murallas y con dos puertas de acceso, una en la cara oeste, llamada Puerta del Homenaje, defendida por un recinto amurallado que la rodea, y el gran Patio de Armas o Albácar, totalmente rodeado de murallas y con dos puertas de acceso, una en la cara oeste, llamada Puerta de los Carros, y otra en la parte de levante, llamada Puerta del Sol. El Albácar es de grandes dimensiones, con una longitud de 185 metros, de este a oeste. De planta ligeramente elíptica, servía de refugio para la población y el ganado en momentos de peligro.

La Torre del Homenaje se levanta en la parte norte, en el lugar más infranqueable, ya que la pendiente cae casi en vertical. Es de planta rectangular, de 15 metros de largo por 10 de ancho. Los muros tienen un grosor de casi 3 metros. Tiene 2 plantas. La baja está cubierta por una bóveda de medio cañón, a base de lajas de piedra de forma irregular. La alta, con el mismo tipo de bóveda, pero formada por ladrillos rojizos irregulares. Conserva tres saeteras, una en la primera y las dos restantes en la segunda planta. Del conjunto defensivo formaban parte varias torres: dos al norte, dos al oeste y dos al sur. Las puertas de acceso también se encuentran flanqueadas por dos robustas torres, aunque sólo se conservan los arranques de las mismas. El perímetro amurallado supera los 500 metros. De la primitiva edificación andalusí anterior aún quedan vestigios construidos con tapial en algunas zonas de la parte inferior de la Torre”

Román Herreros

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